Buscar este blog

martes, 25 de agosto de 2015

Desempolvando (V) - Lagrimas Linea A


Algunas veces uno es testigo de simples espectáculos que la vida regala, o se le escapan y no perciben. Demostraciones minúsculas que la vida, por mas monótona que sea,  incluso sobria, para o vacía, demuestra que nuestros corazones laten, que nuestra sangre reverbera en nuestra venas. Que el hecho de estar vivo no es un acto meramente sobre intercambiar oxigeno y dióxido de carbono con el aire.

En si fue simple. Un hecho común. Una señorita, de buen porte se sentó enfrente mio, en el subte de la linea A (cabe destacar que estos son los únicos subtes que tiene asientos enfrentados, por lo cual la siguiente observación no hubiera sido posible en otra linea)*.

Me llamo la atención la cara de ella. Aparte de su blancura, de su finos trazos, como sacada de una historia de Manara, irradiaba. Me llamaba, no sabia porque. De repente me fije en sus ojos y note que estaba llorando. Lagrimeaba, quien sabe porque. Es uno de los misterios, para mi indescifrables. ¿por un amor?¿Por un amiga?¿Que le habrá pasado el día de hoy? Comprenda el lector que en ese entonces estaba como todo pasajero mirando la nada en el subte, ya que la monotonía del viaje hace que uno se acostumbre a mirar los túneles imaginándose eternas peleas entre criaturas bestiales y héroes ciegos. 

Pero de tanto en tanto la volvía a mirar. Con su pañuelo de papel perdida en algún punto del asiento contrario. Creí ver en ella un recuerdo que ya para ella es doloroso. Creí ver en ella un aura de amargura y hiel que la recorría, la abrazaba y no la soltaba. Hasta me imagine que dentro de si pedía ayuda. Pero la gente del subte es impávida, nadie miro, nadie hizo nada. No hubo nadie que le tendiera una mano, ni siquiera un pañuelo.Cobarde de mi que ahora cuento esto....

Me hundí por un momento en otros pensamiento. La música que escuchaba me sumergía de a ratos en otro espacio en otro tiempo y mejor aun en otras personas.

Cuando noté algo extraordinario. La mujer que otrora lloraba reía. Me pregunte como podría hacerlo, de hecho ella seguía con su temple cabizbajo, pero note que el vidrio devolvía una sonrisa, brillante, aumentada por las pequeñas lagrimas que caían de su mejilla. Creí que ese era su espíritu, o mejor que eso era un deseo. Nunca supe y no creo saberlo hasta que la vuelva a ver, cual de las dos, sera la realidad.

Bajó en Congreso. Por mas que trato no podía mezclarse entre la gente. Ese alito, ese espíritu. Ese deseo a punto de morir (nacer) la convertía en única.

Dicen que la Linea A, por su antigüedad y por su historia, es la linea mas mágica de todo Buenos Aires. Pero a decir verdad su fauna mitológica y sus historias de aparecidos si bien es amplia esta deslucida y olvidada. Hasta algunos diría que es hasta de cotillón. Pero algunas veces, los túneles y los rieles nos regalan algunos pequeños milagros

Situaciones como esta merecen ser contadas. Merecen ser escritas. No porque sean fantásticas, mas bien les parecerá mediocre la situación. Pasa que uno olvida, y eso es terrible. Uno olvida y no quiere olvidar, aunque sabe que no hay otro remedio. Por lo tanto desde aquí, quiero dejar en claro que nunca olvidare a esta señorita del subte A esta tarde cuando se sentó enfrente mio, del otro lado de la ventanilla.

No hay nada mas hermoso, que un goce puro sin justificación. 


* N.E.: En la época que fue escrito esto los coches de la linea A eran las originales "Brujas" que fueron utilizadas hasta hace unos años.



Desempolvando (IV) - Marcas de escritorio


Buenos Aires, dos y media de la mañana. A los lejos se escucha una tormenta, un duelo de oboes y timbales gritan en ella. No se porque me imagino oboes y timbales en una tormenta. No debe sonar ni parecido. Pero los imagino, allí están y su sonido son las finas gotas que apenas si rozan las plantas.
Trae algo mas la lluvia, es un espectáculo único el que vivo. Me trae mi pasado. Salgo desesperado a la calle, con un golpe violento cierro el zaguán, y veo. Allí están mis vecinos de antaño tomando el fresco de la noche con sus sillas sacadas a la calle. Los negocios todavía abiertos, están colmando de gente, son pequeñas luciérnagas en medio de una calle oscura, un túnel de obsidiana que se mete en lo insondable.

Todos están ahí los conozco de toda la vida. Incluso Jesús. Si como oyen, Jesús era mi vecino Ahí esta con sus pantalones descosidos, su camisa blanca toda raída y descalzo, porque como buen Jesús tiene que andar descalzo. Están ahí, no partieron nunca. El que se fue soy yo y ahora estoy volviendo.
Pero...ahora que pienso bien, ese no era mi pasado. No se porque recuerdo a viejos sentados afuera de sus casa, si en realidad mi antiguo barrio siempre fue cerrado, taimado, Como el monte, pero sin arboles. ¿Como voy a hacer vecino de Jesús? eso es blasfemia!,A lo lejos, oigo los cantos de los curas caminando por mi calle para exorsisarme del demonio que llevo dentro.

Porque me culpan de algo que no es mio?, en algún lugar se equivocaron de recuerdo, exijo ver a un encargado!. grito, grito como si gritara por primera vez, como queriendo probar mis cuerdas vocales. Como queriendo entender la vida toda. Grito.

Despierto en mi escritorio. Buenos Aires, cuatro menos diez de la mañana. Un sueño y un ruido monótono. Apago la computadora. Otra vez me quede dormido en mi escritorio. Otra vez se me formo una marca en la frente, que no saldrá. Se quedara, como se quedan los culpables , para ver si son apresados. 

Afuera sigue el viento. Se escuchan voces en la lejanía. Con un murmullo salgo a la calle. Desierta, como si esperara otra cosa. Oscura, como justificándome de algo que no era cierto.

De pronto, se acerca alguien. Lo reconozco como tantas veces. Jesús. Pero cambio ahora esta pelado y un poco mas gordo. Pero sigue descalzo. Me desespero, le inyecto una mirada frenética y le pregunto por mi recuerdos, quien los tiene, donde se han ido.

Me mira perplejo. Se prende un cigarrillo y me dice. 
"Pibe, ¿vos todavia crees en la propiedad de los recuerdos?"



Imagen: thetwincitizen.com


Desempolvando (III) - Confieso que he creído



En una practica cada vez menos utilizada, que llego en los tiempos dorados a ser muy popular, miles de bomberos se ponen el traje de Papa Noel, para no dejar morir la creencia del viejo barbudo. O al menos dilatar su ejecución. 
De chico yo ya no creía en Papa Noel. Hijo de padres pragmáticos, no tenían ningún reparo ni decoro en darme los regalos ellos mismo en la mesa navideña, con la frase rutilante "mira lo que te compre para Navidad". Esta frase tenia la connotación de enseñarme dos cosas: La no existencia de ningún ser de traje rojo, y el carácter capitalista de las fiestas. (si por ese entonces creía que mis viejos eran medio zurdos). 

Entonces cuando iba a la casa de mi abuela paterna y veía a mi prima que por ese entonces apenas podía hablar, y a ella si la inculcaban en la adoración de las fiestas, yo con desdén decía "pero si papa noel no existe". Tiraba a quemarropa esa frase a mi prima, no podía concebir que ella creyera en algo que yo sabia que era mentira. ¡La puta, mis viejos me lo dijeron!. Pero ella chiquita como era, era inmune a mis ataques "yo lo vi , yo lo vi". "bah, es el tío disfrazado, tarada", le decía. Pero nada. Y me dejaba sin ningún argumento, a mi, un chico gris al que la navidad no reparaba ningún misterio.
 
Por ese entonces mis abuelos me llevaban a los cada vez menos frecuentes recorridos de Papa Noel y Reyes Magos (todos juntos o separados según el presupuesto), realizados en un carro de bombero. No quedaba maravillado ni nada. Era un simple bombero gordo, subido a un camión y que apenas podía moverse con el calor que hacia, acompañado de los demás compañeros, repartiendo regalos y golosinas. Hasta me resultaba patético, sin saber en esa corta edad lo que la palabra significaba. Pero si me llamaba la atención como muchos chicos corrían al lado  del camión gritando "papa noel papa noel, llévame, dame, etc". Los veía correr sin cansarse, reír sin razón. Los miraba con ojos opacos, con lastima, con envidia. 

Desde ese momento, ya casi no vi ni el camión, ni el bombero disfrazado, ni los chicos. Ya, yo mismo deje ser un chico hace rato. 

Pero hoy, a la tardecita, escuche a los lejos la sirena y un gran camión rojo se acercaba. Y arriba de este una gran bola roja saludaba, no ya a decenas de chicos, sino apenas un par. Corrían desesperados, gritando. El ritual había perdido convocatoria, brillo, pero seguía latente. De repente sentí la magia, la ilusión nueva, y no se porque empece a seguir el carromato. Primero despacio, y después ya corriendo. Gritaba, y saltaba, como queriendo reparar todo el daño que me había hecho hace muchos años, hace muchos siglos de benévola lógica humana. Me acerque al chico que mas gritaba, y con vos desaforada dije "mira mira,,,papa Noel!". El me miro perplejo por un segundo, dejo de gritar se paró en seco y con voz serena dijo "no es papa noel, es mi tío Daniel,,,papa noel no existe". 

Y se fue, gritando y corriendo, como si nada. Como si fuera otro. Yo quede destrozado. Arrodillado, en una vereda viendo como se alejaba el contingente, yo derrame una lagrima. 

Otra vez, me había quedado sin ilusión.

Imagen:http://www.elcronistadiario.com/2012/12/papa-noel-recorrio-los-diferentes-barrios-de-chascomus/

Desempolvando (II) - Bocetos de un nacimiento



Quizás me agarre de vez en cuando. De vez en cuando algunas veces, hay un grito profundo.
Una sensación, un sentimiento que pide demencia. Reverbera dentro mio ,es como un niño primero pidiendo permiso, pero me agarra me hace suyo, su prisionero como un dictador infame.
En estas noches de calor, un sentimiento ha crecido, amamantado por las pocas lluvias y las pegajosas noches, se ha convertido en adulto. Deforme sin sentido, al verlo no puedo evitar hacerme a un lado de tan grotesco espectáculo.

Pero soy yo, yo soy ese sentimiento en parte, soy esa persona que me veo en la clepsidra bifurcada y me exclamo a mi mismo "De noche, de día, siempre tendrás sed, tu y tus vagas palabras son vacas muertas, yo soy instinto, déjame libre".

Por un momento me compadezco, lloro con el esas lagrimas evaporadas por las altas temperaturas. Lo acaricio como si fuera mi hijo. Es en parte mio.

Pero nada mas, vuelvo a la quietud de la noche veraniega. Me sacudo el poco polvo de vacuidad instintiva que me queda, me hundo en un sillón y veo una película de trasnoche.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No lo voy a negar, es mi culpa. Debe serlo, de algún otro modo, estos ciclos repetitivos no serian tales. Algunas veces pienso, recuerdo, que soy un prisionero del azar de la vida, de los designios de este soberano tirano y corrupto que nos trae al mundo y nos dice "vivan" y luego nos saca la música.
Pero no. Ese tirano vive en mi. En mi pecho esta su trono y manda sus ordas de infames designios a tentarme con maravillas para luego sacarlas. 

Soy un simple juglar, un simple mozo de cuadra, al que se le prometió un futuro venidero, una gran aventura. Yo juglar (aunque me gusta el titulo de bufón), esperanzado me imagino sueño.
Un sueño como ningún otro. Sueño la perfección efímera de un beso, la solemne música de cuerpos entrelazados, las agitación, palpitaciones y reverberaciones, de seres unidos con un ubico pretexto: el goce de sus tentaciones. 

Me despierto, claman mi nombre en el salón del trono del tirano. Llego. Y al ver sus caras burlonas y gestos de desprecio comprendo. 

Comprendo que fui otra vez manipulado por el azar. Que fui engañado por el sacerdote de la blasfemia, que es el tiempo. Yo y ningún otro, me encuentro recluido, inmerso en el lodo, mi hogar mi único refugio inalienable. 

Pero no me engaño. Yo elegí a ese tirano. El único tirano que se elige seguir. El único que nos seduce una y otra vez y como ganado entramos en su matadero. Ese es el azar. Ese es mi rey.

Desempolvando (I) - Viajeros


El viajar es un placer rezaba la popular canción. Y quizás sea la única estrofa de aquella que aun hoy tiene vigencia. Porque ya no se va de paseo en auto, y menos en uno feo. Porque uno viaja, es una pregunta muda. Uno da por hecho que viaja por algo. Pero no todos saben porque. Somos como aves migratorias que en en los solsticios de verano e invierno se mueven cuan bandada dejando sus hogares, y establecimientos de tortura (lease trabajo), para conectarse con un otro yo. 

Es muy difícil hacerlo, piensen un minuto. Como hacer para buscarse en una tierra que quizás no conocen. Yo me imagino preguntando a algún lugareño donde esta mi casa, o donde suelo pasar las tardes, o en que árbol descanso del mortífero sol (si, mi otro yo suele elegir lugares con sol y muchos arboles). Atrás quedaron las excusas de juntar a la familia en torno a la heladerita y a la sombrilla, mucho mas lejos, las ansias de exploración, al mejor estilo conquistador del Mondo Novis. Hoy uno viaja para buscarse, para ser otro. Para convertirse en ese mulato brasilero, criado en Bahía al son de tambores y ruido de mar. Para ser aquel monje budista que se crió en un templo en la cima de una alta montaña. En esos lugares somos otro, o quizás no. 

Ahora, ¿que pasaría si nos equivocamos de lugar. Que sucede si somos un mulato en las montañas o un explorador en medio de Mar del Plata?.¿A quien reclamaríamos por nuestra perdida segunda, tercera o vigésima esencia? No nos busquemos, disfrutemos. No seamos otra cosa que anonimato, tratando de pasar desapercibidos. Las mejores vacaciones son aquellas en las que solo somos un punto mas en el paisaje. 

Igual, amigos, si me aguantaron hasta acá les voy a confesar un secreto. Hablo desde la pedantería. Yo se donde esta mi otro yo. En el verano siempre lo encuentro en el patio de mi casa, viendo como un sonajero, traído de Brasil, juega con el viento. En realidad, yo voy de vacaciones para alejarme de el. 


Imagen: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/economia/turista-nacional-gasta-s-500_131293.html

lunes, 9 de febrero de 2015

¿Nunca van a volver?

foto extraida de: http://miclavedesolvega.blogspot.com.ar/2011/10/la-peor-sensacion-del-mundo-es-buscar.html

Nunca van a volver. Las llamo, les canto, rezo e imploro porque alguna decida retornar a mis brazos pero nada. Es difícil que vuelvan después de tanto tiempo. Y es una locura pretender que en una oficina de Libertador Y Ramos Mejía estén ellas, tomando café en una esquina.

Son difíciles de encontrar y una vez que ocurre es más difícil mantenerlas junto a uno. Al menor desencuentro se van tal vez buscando primaveras más verdes y con otro perfume. Y he tenido oportunidad de amigarme con ellas, pero con obstinado aburrimiento las he defraudado.

Tal vez la vida me regalo un tiempo de sabanas de seda y almohadas de pluma, olvidándome de aquellos deseos que sentía aquellas noches de sangre, de furia y gemidos rotos. Esos tiempos quizás ya nunca vuelvan y lo único peor que su ausencia es tratar de que vuelvan. El recuerdo de acciones paganas en una noche húmeda de verano, quizás sea una condena más que merecida. Quizás con eso baste, para atraerlas.  

Porque es mi única esperanza. No quiero recitar prosas alabando a una princesa de un reino muy lejano (que existe y la amo). El calor de los amantes en este caso no funciona, es demasiado perfecto demasiado carmesí. Demasiado puro y dichoso para que ellas, mis musas, se interesen una vez en jugar conmigo.

No. Debo se sarcástico y ruin, ponerme una máscara de hierro desgastada por los siglos y ser despreciable. Quizás incluso deba hablar con algunas faltas de ortografía solo para reírme del idioma mismo. Las seguiré aguardando en este lugar y tal vez su ausencia sea motivo para las más grandes penurias y los más díscolos sueños.  


“Dans la recherche , vous serez accueillis avec une absence”

Un punto intermedio

La hora del té. Albert Lynch (S. XIX. Perú)


Últimamente entro cada vez menos a esta cueva a la que he alguna vez decidí llamar escape.  Fueron las últimas veces en que invite a fantasmas recientes y viejos a que tomaran él te conmigo, las que me llevaron a cerrar la  puerta y ponerle candado. Se convirtió así en una especie de monumento funerario en los que los muertos eran recordados, y homenajeados. Las palabras como flores resplandecían los primeros días y luego se marchitaban con el paso del tiempo.

Nunca creí que me iba a comportar como un deudo de caricatura, mi pésame liviano a alguien que merecía más, solamente para sentirme abrigado con esa falsa promesa de la tarea cumplida. El miedo a la oscuridad, al frió, a lo blanquecino me dispara en cualquier dirección y solo soy un egoísta tratando de huir de un campo santo.

Y resulta curioso que luego convierta este espacio en una especie de cementerio, al que solamente yo visito; una especie de enterrador, sacerdote y visitante. Solo unas palabras al viento y nada más. Un recuerdo vago en los millones de bits que pululan, un grano de arena tirado al mar. Y después...un dulce olvido

Y en horas muertas como esta, que también aquí tienen su tumba pero sin nombre, me he decidió romper los candados. Una metamorfosis espacial, pseudo-emocional, abrir esta cueva nuevamente para que recuerdos, palabras, sensaciones….personas de todas las épocas y momentos de mi vida se mezclen y jueguen aquí.  Tratar de dejar de ser el clavel que se deja en una fría mañana de Junio.


Y aun ahora me es difícil sacar el óxido de la vajilla, el moho de las mesa. Me olvide como zurcir los manteles que las polillas devoraron y todavía me falta por limpiar las ventanas. Es mucho trabajo, de a poco pienso ir haciéndolo. Para que a la hora del té nos juntemos todos, en un punto intermedio del tiempo, entre la cordura y el sueño.